sábado, 21 de junio de 2014

Son muchos los niños que diariamente son tratados de torpes,

Isla de La Palma Asociacion Besay Asociación de Padres y Madres de Niñ @ sy Jóvenes con Déficit de Atención e Hiperactividad: (TDAH) Teléfono Fax 922486562
Son muchos los niños que diariamente son tratados de torpes, maleducados, inquietos e incluso de holgazanes, gamberros y algún que otro improperio más, proveniente tanto por parte de padres como por parte de profesores cuando sus pautas de comportamiento responden a una realidad difícil de calibrar como es el denominado Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Los padres de Daniel se sienten culpables por el maltrato que dieron a su hijo de doce años durante mucho tiempo. «Nos sacaba de quicio, no paraba ni un momento, todo lo tenía que tocar, todo lo tenía que probar, en todo se tenía que subir, todo lo quería, no atendía a razones...», llegó a comentar su madre, María del Pilar, añadiendo que en más de una ocasión hasta llegó a pegarle alguna nalgada o a darle algún que otro «jalón de pelo u oreja» para que le hiciese caso. Los arrestos no servían de nada para Daniel: «Si lo mandaba a pensar a una esquina se podía quedar allí durante horas mirando sencillamente la nada. Me llamaban del colegio a diario, los profesores ya no sabían que hacer para que prestase atención en clase o para que en un examen escribiese algo más que su nombre... y en casa era un auténtico tormento», explica Pili añadiendo que no podían dejar al pequeño solo para que comiese, se vistiese o preparase la mochila para el cole porque sencillamente, no lo hacía: «Era como si se olvidase instantáneamente de sus responsabilidades». No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. El milagro para esta familia llegó cuando a Daniel, después de mucho andar de un lugar a otro buscando una solución, le detectaron que sufría el citado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y actualmente está en tratamiento. Otro caso de circunstancias similares es el que atañe a Marisol y a Lucas. La vida les ha dado una sacudida con su hijo, Salvador. Los médicos le detectaron hiperactividad cuando el pequeño tenía 9 años pero desde que tenía 3 años se convirtió en una especie de huracán en las vidas de sus progenitores. Las ventanas de su casa, un octavo piso, tuvieron que ser selladas para evitar que se colgara de ellas. Su madre contaba las agonías que pasaba para darle de comer: «Con el plato de potaje en la mano corría por la casa detrás suyo, le acorralaba en las esquinas para darle una cucharada, se me escabullía y se iba a otra habitación...así casi una hora hasta que terminaba». En el colegio los profesores continuamente proferían quejas sobre Salva, «no paraba quieto, no atendía en clase, trepaba los muros, se encaramaba en las farolas del patio, tiraba sillas y mesas cuando se enfadaba...» y recomendaron a sus padres que visitaran a algún médico especialista, quien le diagnosticó y trató la hiperactividad sin resultado. Salva a los 11 años era demasiado inteligente pero también demasiado violento, protestón y continuamente insultaba, según relataba su madre destacando que el niño, poco después, comenzó a delinquir; a los 13 años fue internado en un centro de menores (CAI) en La Laguna. Actualmente se encuentra internado en el centro de medidas judiciales de Valle Tabares, después de haber destrozado prácticamente su casa, robado, insultado, pegado y amenazado de muerte a su familia. José Carlos Díaz es padre de una niña aquejada por esta alteración además de ser el presidente de Besay, la asociación de afectados por el TDAH de la isla de la Palma y opina que lo peor que le puede pasar a estas criaturas, si no se les detecta esta patología y no se les trata es que «nunca serán nada en la vida, fracasarán tanto a nivel social como profesional y serán rechazados toda la vida, ya de por si son rechazados, estén medicados o no...no los entienden ni en el entorno familiar ni en los colegios donde algunos profesores desconocen que esto existe, aunque cada vez son más los docentes que se implican». Sentimiento de culpabilidad Normalmente los tutores de un niño o niña con TDAH tienden a sentirse culpables y piensan que algo ha fallado en la educación que han dado a estos pequeños, nada más lejos de la realidad según señalan desde el gremio de psicólogos, quienes insisten que, en estos casos, los padres deben ser firmes y claros con los hijos, deben centrar la atención principalmente en lo positivo que realizan y reconocérselo además de, tener en cuenta que el nivel de tolerancia debe subir y bajar el nivel de perfeccionismo. Las personas perjudicadas por el TDAH suelen recibir una medicación con unos claros efectos secundarios entre los que destaca la labilidad emocional, que produce que los niños se muestren más sentimentales en ocasiones demasiado tristes, para pasar, sin motivo aparente y en cortos espacios de tiempo, a un estado más alegre y viceversa. Desde cierto sector de la familia del afectado y puntualmente, se critica que a los menores se les quiera controlar a base de medicamentos para «construir niños perfectos, domados y que aprueben todas las asignaturas», como así lo manifestó la madre de Daniel, Pili, o como complementó José Carlos Díaz, presidente de la asociación Besay, quien apuntó que «te critican porque los medicas y te dicen algunos que se lo dejes en su casa una semana que verás como ellos los ponen al hilo, como acaban con ese cuento...y no, no es así». Los niños necesitan un tratamiento tanto psiquiátrico como psicológico, necesitan aprender a autocontrolarse y seguir unas pautas, según prescriben los profesionales de la medicina y que matiza Díaz, recalcando que «si no es así, tienden a delinquir porque no asimilan donde están sus límites TERE COELLO / SANTA CRUZ DE TENERIFE